El último día de Duchamp

Donald Shambroom

Traducción de Fernando Correa Navarro

Mansalva

Colección El eslabón prendido

 

Enunciado ya desde el título, el libro de Donald Shambroom nos relata minuciosamente el último día de la vida de Duchamp. ¿Debemos presuponer entonces la agonía de un hombre, unas últimas y célebres palabras, un drama con lágrimas? Nada de eso, más bien todo lo contrario; una jornada postrera que reluce como una pequeña obra maestra del carpe diem, o mejor, menos resultadista, de goza el día, y que contiene, como si de una elección voluntaria se tratara, dos cosas que fácilmente podríamos acordar como favoritas de la vida: libros y amistad.
En 1966, dos años antes de morir, Duchamp declaró a un entrevistador: “He tenido una vida verdaderamente maravillosa… he tenido suerte, una suerte estupenda. Nunca he pasado un día sin comer y tampoco he sido rico. De modo que todo ha salido bien”.

Los dos años que le quedaban de vida, y su final no desmienten la declaración, que podría completarse así: y todo salió bien, incluso el último día.

                                                                                                                                                                                                            Fabio Kacero

 

El último día de Duchamp

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El último día de Duchamp

Donald Shambroom

Traducción de Fernando Correa Navarro

Mansalva

Colección El eslabón prendido

 

Enunciado ya desde el título, el libro de Donald Shambroom nos relata minuciosamente el último día de la vida de Duchamp. ¿Debemos presuponer entonces la agonía de un hombre, unas últimas y célebres palabras, un drama con lágrimas? Nada de eso, más bien todo lo contrario; una jornada postrera que reluce como una pequeña obra maestra del carpe diem, o mejor, menos resultadista, de goza el día, y que contiene, como si de una elección voluntaria se tratara, dos cosas que fácilmente podríamos acordar como favoritas de la vida: libros y amistad.
En 1966, dos años antes de morir, Duchamp declaró a un entrevistador: “He tenido una vida verdaderamente maravillosa… he tenido suerte, una suerte estupenda. Nunca he pasado un día sin comer y tampoco he sido rico. De modo que todo ha salido bien”.

Los dos años que le quedaban de vida, y su final no desmienten la declaración, que podría completarse así: y todo salió bien, incluso el último día.

                                                                                                                                                                                                            Fabio Kacero