La princesa sois Vos

Blanca Llum Vidal

Traducido por Unai Velasco

Club Editor

112 pág

 

Las revolucionarias cartas de amor que la princesa de este libro le escribe a su misterioso destinatario van más allá de las cuitas entre pelucas y miriñaques dieciochescos. Página tras página de esta novela epistolar, el lector asiste a una gimnasia rítmica de la entrega, hasta descubrir que el sometimiento amoroso en estado de gracia no es más que una forma radical de insumisión.

«Porque es así, con una cuerda, como me ataría a Vos por la espalda. Para no poder caminar ni escaparme de Vos sin caer por el suelo. Para sentir cómo el suelo se apoca a nuestros pies.»

Podemos decir sin reparos que la autora de La princesa sois Vos es hoy uno de los mayores talentos de la península, una verdadera criatura de ritmo y verbo. Las ovejas que devora, los aldeanos a los que atemoriza pacen y trabajan solamente en su voz. Blanca Llum Vidal tiene órbita. Como los clásicos, supongo. Y, como ya se sabe, los clásicos no entienden de límites, por no decir de idiomas.

Unai Velasco

La princesa sois Vos

$15.000,00
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Las revolucionarias cartas de amor que la princesa de este libro le escribe a su misterioso destinatario van más allá de las cuitas entre pelucas y miriñaques dieciochescos. Página tras página de esta novela epistolar, el lector asiste a una gimnasia rítmica de la entrega, hasta descubrir que el sometimiento amoroso en estado de gracia no es más que una forma radical de insumisión.

«Porque es así, con una cuerda, como me ataría a Vos por la espalda. Para no poder caminar ni escaparme de Vos sin caer por el suelo. Para sentir cómo el suelo se apoca a nuestros pies.»

Podemos decir sin reparos que la autora de La princesa sois Vos es hoy uno de los mayores talentos de la península, una verdadera criatura de ritmo y verbo. Las ovejas que devora, los aldeanos a los que atemoriza pacen y trabajan solamente en su voz. Blanca Llum Vidal tiene órbita. Como los clásicos, supongo. Y, como ya se sabe, los clásicos no entienden de límites, por no decir de idiomas.

Unai Velasco