"Entre las personas equilibradas, la palabra «temperamento» resulta sospechosa, y con razón; por lo cual me apresuro a decir que no forma parte de este programa inculcar una bohemia desesperada, o afirmar que los humores y caprichos son acompañamientos necesarios en la vida de un autor. Por el contrario, los humores y temperamentos, cuando en verdad existen, son síntomas de que algo anda mal en la personalidad del artista, que intenta evadirse mediante un esfuerzo inútil y el agotamiento emocional", Dorothea Brande

 

“Los problemas del escritor son problemas de personalidad: él o ella no puede empezar; o empieza una historia y luego se desorienta o pierde interés; o escribe muy bien durante un rato y muy mal el resto del tiempo; o escribe brillantemente, pero después de un cuento o una novela soberbia no puede volver a escribir; o escribe brillantemente mientras asiste al curso de escritura creativa, pero a su finalización ya no logra escribir. [...] Con el delicado ingenio que encontramos por todo su libro, la señora Brande señala que, para el escritor que padece de inseguridad y duda de sí mismo, los profesores y libros de escritura — por no mencionar los ensayos de autores famosos— provocan en el atribulado escritor joven (o viejo) casi el peor efecto posible”

Estas palabras tan lúcidas y claras son parte del prólogo de Para ser escritor, escrito por John Gardner, novelista, ensayista, crítico literario, en 1980.